La Santa Iglesia Catedral de San Juan Bautista de nuestra
ciudad alberga entre sus muros una reproducción exacta sobre tela de algodón
del Santo Sudario que alberga, curiosamente, la Catedral de San Juan Bautista
de Turín.
La obra fue inaugurada la noche del pasado Sábado Santo y su
exposición será de manera permanente en la Capilla del Descendimiento de la
catedral albaceteña. Como relata el párroco Julián Ros al micrófono de
El Digital de Albacete, “Es una fotografía en alta calidad impresa en tela de
algodón, por lo tanto, el efecto óptico de la contemplación es el mismo que
tienes cuando ves ‘in situ’ la Sábana
Santa de Turín”, afirma.
Ahondando un poco más en la historia de la ‘Síndone de
Turín’, Julián Ros manifiesta que “El hecho de la Sábana Santa es inexplicable
y nadie ha podido dar un motivo a día de hoy de cómo quedó esa impronta en la
tela”. Fue a partir del año 1898 cuando, según sigue explicando Julian Ros,
los investigadores “Buscaron a ver si eran pigmentos y no los pudieron
reproducir porque es una degradación del lino que reproduce esa imagen”.
Posteriormente, “han visto que las
manchas de sangre son realmente de sangre, del grupo AB si no recuerdo mal,
pero con la técnica de hoy en día es imposible reproducirla y aunque la prueba
del carbono 14 determinó que la sábana expuesta en Turín es del siglo XIII,
todavía nadie se explica cómo se pudo dejar esa impronta”, asevera el Párroco
de la Catedral de Albacete.
Sea o no el sudario de Turín, lo que sí que es
cierto es que las marcas que aparecen tanto en él como en la réplica exacta
expuesta en la Catedral de Albacete se corresponden a las de una persona cuyas
facciones físicas se asemejarían a las que según la Biblia serían las propias
de Jesucristo. Además, “Las marcas que aparecen en la Sábana Santa se
corresponden perfectamente con los pasajes del Evangélio” expresa Julián Ros al
mismo tiempo que señalaba sobre la obra durante la realización de esta
entrevista como “se distinguen las marcas del pelo, de las costillas, la sangre
derivada de la corona de espinas, la marca de cuatro dedos propia de los
crucificados al contraerse los tendones del dedo pulgar al atravesar el clavo
la muñeca, las marcas del ‘flagelum romano’, la exanguinación por la espalda de
la herida del costado, los golpes en las pantorrillas, los pies propios de un
crucificado, etcétera”.
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