¿Cómo percibe usted
el momento presente?
El momento educativo lo veo con preocupación. Las distintas
leyes educativas se han ido solapado sin establecer periodos largos de
experimentación y de evaluación comparativa con otros países de Europa. Esta
serie de leyes educativas, y cambios constantes, dificulta la tarea del
educador y de las mismas familias. Prima más lo ideológico que el proceso
educativo como tal. Nos encontramos con una LOMCE, que fue una reforma de la
LOE, al mismo tiempo que en los cajones del Ministerio hay ya otra reforma sin
el consenso debido. En todas estas reformas se ha tocado, de una u otra manera,
la asignatura de Religión. Los profesores viven todo ello con preocupación.
Unos días antes de
las elecciones generales, sesenta organizaciones sociales, sindicales y
políticas, enviaron un escrito, a todos los partidos, pidiendo que la escuela
sea laica. Decían que un estado laico no puede financiar una creencia
confesional. ¿Qué opina?
Creo que es pura ideología y, mucha de ella, tan financiada
como la clase de Religión. Miremos la realidad de nuestro entorno político y
cultural: Europa.
En Europa, el 80% de los Estados poseen clase de Religión
confesional. Sólo seis no la tienen, pero poseen otra materia de contenidos
religiosos: Reino Unido, Luxemburgo, Estonia, Eslovenia y Suecia. Únicamente
Francia no posee ningún contenido, al respecto, y se lo están planteando.
En todos los países, menos en Bulgaria y Alemania, paga el
gobierno a los profesores de Religión igual que al resto de los profesionales.
Y en todos, el perfil de los enseñantes lo determinan las Iglesias respectivas.
Esta es la realidad en Europa a la que tanto queremos parecernos.
¿En una sociedad
secularizada, díganos tres razones para optar por la enseñanza religiosa
escolar?
En Europa se cree menos, pero lo religioso cada vez está
presente en los telediarios, en las redes sociales y hasta en la publicidad.
Los espacios que pierde la fe los gana lo religioso y, ahí, la escuela no puede
estar al margen. Aunque la práctica religiosa haya decaído, la sed de
religión, y lo que eso significa de búsqueda de sentido, ha crecido. Así,
encontramos búsqueda de espacios de silencio y de soledad; de contemplación de
la naturaleza y del arte religioso; de búsqueda de lo absoluto frente a lo
efímero. Algunos profesores y centros se han dado cuenta de esto y se empieza a
practicar la educación de la interioridad: “El rincón del silencio”; el inicio
de la clase con “un silencio profundo en la postura del loto”, etc.
No se puede rechazar lo que no se conoce. La escuela no
puede hacer ignorantes religiosos y analfabetos de lo que supone la experiencia
de Dios que aporta el cristianismo. Éste es nuestro sustrato cultural. Así fue
Europa.
Ante esta realidad, pienso que es un suicidio, antropológico
y cultural, sacar de la escuela los “dogmas teológicos”, que siempre humanizan
y enseñan a respetar la diversidad y la libertad, para introducir los “dogmas
del laicismo para todos”, que imponen la uniformidad y la unicidad.
¿Cree que en el
posible pacto educativo caben estas dimensiones?
Deberían caber si miráramos, como decía anteriormente, nuestro
entorno cultural. Si miramos atentamente la constitución del 78, vemos que de
ella se desprende la libertad de poder optar a una formación religiosa
determinada, en un centro público o de titularidad social. Cabría en ese pacto,
si definimos que la educación ha de ser integral, que llene todas las
capacidades del alumno. Me temo que hay partidos que parten de otra concepción
de la escuela y de la educación. Ahí tenemos una dificultad que habría que
consensuar. La libertad religiosa, para ser tal libertad, no puede reducirse a
la privacidad. Los derechos, para ser tales, han de poseer su dimensión de
exterioridad; si no es así, dejan de ser reconocidos como tales derechos.
¿En nuestra Diócesis,
qué aceptación tiene la clase de religión?
En Albacete, tiene una muy buena aceptación. De cada diez
alumnos, ocho escogen la clase de religión católica confesional. Disponemos de
unos datos estadísticos centro a centro. No existe ningún problema, tanto para
el que la coge como para el que no. Existe una gran integración de unos alumnos
con otros. Del mismo modo, los profesores de Religión Católica se sienten
integrados perfectamente en los Claustros y asumen tareas educativas comunes
con otros compañeros e incluso, a muchos de ellos, se les pide opinión para determinadas
actividades.
No entiendo que si el sistema funciona, haya que modificarlo
o cambiarlo. La clase de religión no es un privilegio de la Iglesia, es un
derecho de las personas y de las familias. En Castilla-La Mancha hay una
matrícula muy grande en clase de Religión.
En Albacete, disponemos de 120 profesores en Infantil y
Primaria y 50 en E.S.O y Bachillerato. Aprovecho para dar las gracias a la
Administración Regional y Provincial por el interés y la preocupación, por esta
materia y sus profesores, y deseo que profesores, familias y comunidades
sepamos presentar la religión como un motivo que dignifica y ennoblece a la
persona y a la sociedad.
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